El grupo yihadista Estado Islámico (EI) se atribuyó la responsabilidad del ataque del pasado sábado a la Universidad Mindanao en Marawi, en el sur de Filipinas. Un artefacto explosivo detonó en el gimnasio del instituto durante una ceremonia católica, matando 4 personas e hiriendo al menos a otras 50.
Representantes del grupo yihadista afirmaron en su canal Telegram que el ataque fue llevado a cabo por «soldados del califa» en una reunión de «cristianos infieles». Destacaron el elemento religioso del ataque y confirmaron la muerte de varios cristianos.
Antes del anuncio del Estado Islámico, el presidente filipino, Ferdinand Marcos Jr, condenó enérgicamente el ataque, citando la presencia de restos de mortero y sugiriendo la posibilidad de que estuviera involucrado un «grupo terrorista extranjero».
Según información oficial, unas 50 personas resultaron heridas en el ataque, 6 de ellas de gravedad. Las autoridades locales condenaron los ataques a la institucion educativa, destacando que estos lugares promueven una cultura de paz.
El Papa Francisco expresó en la misa del domingo sus condolencias y oraciones por las víctimas de los ataques terroristas en Filipinas. En un comunicado oficial, el Papa condenó la violencia e instó a la gente a evitarla.
La causa exacta de este ataque aún no está clara, pero el ejército filipino sugiere la posibilidad de un «ataque de venganza» por la reciente operación militar en Maguindanao, donde fueron asesinados 11 presuntos militantes islamistas.
Marawi se ha convertido en escenario de enfrentamientos entre grupos extremistas islámicos y fuerzas del orden. En 2017, el grupo yihadista Maute tomó el control parcial de la ciudad, lo que desató una guerra civil de 5 meses que dejó más de 1.200 muertos. Las fuerzas filipinas han recuperado Marawi, pero persisten las tensiones en la región.
Filipinas, donde más del 20% de la población es musulmana, enfrenta la tarea de garantizar la unidad nacional y resistir el atractivo de nuevos grupos yihadistas vinculados al Estado Islámico.