Reema, una mujer que creció en una familia musulmana que no aceptaba a Jesucristo como el hijo de Dios, contó como fue su llegada a los pies de Jesús.
Ella relató que a sus 13 años, se mudó con su familia a Arabia Saudita y allí mantuvo una relación pecaminosa con un chico, lo que llevó a que su familia la encerrara en casa y controlara sus actividades.
Al pasar siete años de soledad, Reema se dio cuenta de que necesitaba ayuda para salir de una relación emocionalmente tóxica y pecaminosa, inspirándose en su fe para buscar una solución por su cuenta.
“A los 20 años comencé a sentir que mi alma necesitaba ayuda. Sentí que no había salida”, dijo la joven.
La chica, en su búsqueda por llenar su vacío, cayó en drogas, redes sociales y bebidas sin éxito alguno, hasta que conoció a una mujer cristiana que la invitó a la iglesia, y fue para ella una experiencia que jamás imaginó. “Tenía curiosidad por saber cómo era realmente una iglesia. Fue muy extraño porque si alabas a Alá con música a todo volumen, es una falta de respeto”, dijo.
Ella estuvo asistiendo a la iglesia durante dos meses y aprendió sobre Jesús, hasta que en un servicio sintió una conexión directa con el pastor. Este le dijo que si sentía que había perdido siete años de su vida, no se preocupara, porque Dios podría devolverle esos años. “Cuando dijo que Dios podría devolverme los siete años de mi vida que me perdí, quedé absolutamente incrédula”, dijo.
“Estaba tratando de entender cuán grande es el amor de Dios. En ese momento sentí su presencia y comencé a llorar porque era la primera vez que experimentaba el amor de Dios”, dijo.
“Nunca me había sentido tan feliz en los últimos siete años. Bajé las escaleras y fue como si estuviera viendo a mi madre y a mi hermano menor por primera vez. Sus caras parecían diferentes, todo parecía diferente”, expresó.
“No tenía idea de lo que estaba pasando. Fue tan hermoso. Él me salvó incluso antes de que lo conociera. Quiero vivir para Jesús”, finalizó.