En 2020, Rebecca Taylor, de 50 años, comenzó a experimentar un dolor intenso en el costado del abdomen. Trabajando como enfermera en Estados Unidos, creía que se trataba de un problema de vesícula biliar. Sin embargo, al consultar a un médico, Rebecca se sorprendió al enterarse de que tenía cáncer.
“Simplemente no sabía qué decir. Devastación. Esa es la palabra. Fue un sentimiento muy abrumador”, recordó.
Las primeras pruebas demostraron que la mujer tenía un tumor en la glándula suprarrenal (pequeño órgano situado encima del riñón). Poco después, otras pruebas identificaron que el cáncer se había extendido a los pulmones y ya se encontraba en la etapa 4.
El equipo médico informó que solo le quedaban de seis a 18 meses de vida, en el mejor de los casos.
“Tengo una fe fuerte y sé que Dios tiene el control, pero ni siquiera puedo describir el sentimiento abrumador. No saber qué pasaría y cuánto tiempo estaría aquí fue muy difícil, probablemente una de las cosas más difíciles que tuve que hacer”, comentó Rebecca.
Su marido Curtis recordó el doloroso momento en el que tuvo que darles la noticia a los cinco hijos y nueve nietos de la pareja. “Se sintió como una bofetada en la cara. No hay manera de expresarlo con palabras”, dijo.
Con la enfermedad muy avanzada, Rebecca no tuvo la posibilidad de someterse a quimioterapia ni a cirugía. Pero inició un tratamiento sin efectos secundarios llamado inmunoterapia. “Debes darte cuenta de que esto es sólo cuidados paliativos. Tu esposa va a morir”, le dijo uno de los médicos a Curtis.
Y el marido, lleno de fe, respondió: “Puedes ser un gran médico y todo, pero no eres el gran Médico”. Fue entonces cuando la iglesia, LifeBridge Asamblea de Dios en Oak Hill, se unió en oración pidiendo a Dios por la sanidad de Rebecca.
En un verdadero milagro, el tumor se redujo y se convirtió en un pequeño nódulo inofensivo.
“Los médicos creen que son omniscientes. Sólo Dios es omnisciente. Él sabe cuándo terminarán mis días. Él tiene la última palabra”, testificó Rebecca.
Hoy, ha ayudado a otras mujeres en tratamiento contra el cáncer. “Creo que Dios quiere que yo sea para ellos lo que no tuve. Alguien que realmente entienda las cosas por las que estaba pasando”, concluyó.