Esther es una joven que fue criada en una familia disfuncional de los Países Bajos, en donde los padres llevaban una secreta y doble vida; formaban parte de una secta satánica y asistían los domingos a la iglesia, lo que los hacía parecer como una familia normal entregada a Dios.
Desde su infancia fue introducida a la secta, en la cual protagonizaba formas de ritual satánico, sacrificios, veneración de demonios, orgías e incluso violaciones.
“Quedé embarazada cuando tenía 9 años y de ahí en adelante quedé embarazada una o dos veces al año. Los niños eran a menudo “recogidos” alrededor de los cinco meses de embarazo y, en muchos casos, asesinados inmediatamente. Algunos niños crecieron dentro de la secta, con una madre diferente”, comentó.
A través de su infancia, Esther recibió distintos tipos de maltratos en el culto satánico, donde fue sometida a una manipulación psicológica que la llevó a soportar las torturas de los miembros de la secta.
La experiencia traumática propició una disociación de la personalidad, con un trastorno de identidad disociativa (TID), como mecanismo de defensa frente a un entorno extremadamente hostil y amenazante.
En su juventud, se le mandó a maldecir a un pastor en una iglesia, algo que marcó un hito en su vida, pues al escuchar el mensaje de la aceptación de Cristo como Salvador, experimentó un fuerte contacto con Dios que resonó en su espíritu.
“Si aún no conoces a Jesús y quieres saber quién es, preséntate”, dijo el predicador.
“Todo desapareció en esa habitación, solo escuché esas palabras y supe que tenía que hacerlo. Fui al frente y parecía haber caído al suelo, pero no recuerdo nada al respecto. El pastor ni siquiera oró por mí, pero tuve un toque muy fuerte. Allí conocí a Yeshua y me sentí como si estuviera en una especie de cielo. En retrospectiva, sé que fue el Espíritu Santo lo que experimenté”, testificó Esther.
Aunque la joven aceptó a Jesús en su corazón, le fue complicado escapar de la secta, pues la huida estaba totalmente prohibida y era amenazada con severas sanciones. Sin embargo, empezó a recibir terapia psicológica y, por lo tanto, a conocer una realidad opuesta a la que había sido adoctrinada.
Con la ayuda de la psicóloga, fue capaz de formar una red de apoyo con personas ajenas a la secta, quienes le brindaron la ayuda necesaria para su liberación. Su creencia también fue un factor clave; se convenció de que tenía que actuar de acuerdo a lo que Dios quería y esto le llevó a tomar decisiones, a pesar del miedo.
Finalmente, logró salir de la secta, aun recibiendo amenazas e intentos de asesinato por sus excompañeros.
Actualmente, Esther está en un proceso de recuperación emocional, formó la Fundación Amigos de Esther con el fin de ayudar a otros supervivientes de abusos en rituales satánicos, ofreciendo tratamientos de calidad y ayuda. Su principal objetivo es ayudar a que otras personas vayan hacia la libertad, mostrando que la superación es posible con la ayuda de Dios.