Antonio Francis creció sin una figura paterna. Justo antes de que él naciera, su padre fue encarcelado por un asesinato. Fue criado por su madre y su abuela en un área infestada de drogas de Belle Glade, Florida.
Con el tiempo, se involucró en el tráfico de drogas y robos, lo que marcó el inicio de un período de su vida de crímenes violentos.
En un momento fue asaltado por tres personas. Como no ocultaron sus identidades durante el ataque, pudo reconocerlos y decidió vengarse.
Sin embargo, a pesar de su determinación, recibió advertencias divinas que le impidieron llevar a cabo el mal que había planeado.
«Cuando me dispuse a llevar a cabo ese acto, recordé haber escuchado a la gente hablar de la voz de Dios. Una voz resonante me decía: ‘Si lo haces, perderás la vida o pasarás el resto de tus días en prisión’. En un segundo intento por perpetrar el acto, la advertencia se repitió: ‘Si lo haces, perderás la vida o pasarás el resto de tus días en prisión».
Aunque había escuchado la voz de Dios, Antonio todavía estaba lleno de rabia y deseo de venganza. Vio a dos de los ladrones saliendo de una gasolinera una noche cuando él y su hermano se iban. En el momento en que estaba a punto de disparar, la voz divina se hizo aún más fuerte mientras preparaba su arma para dispararles.
«Estábamos abandonando la gasolinera, y ahí estaban, los dos tipos que me habían robado. Me preparé para tomar mi arma, pero antes de apretar el gatillo, la voz se manifestó con mayor fuerza: ‘Si lo haces, perderás la vida o pasarás el resto de tus días en prisión’. Esta vez, la advertencia resonó con más intensidad».
Este momento crucial impidió que su vida tomara una dirección negativa. Antonio eventualmente llegó a creer en Jesús, y hoy lleva una vida transformada, libre de drogas, violencia y crimen.
