El fin de semana pasado, un incendio en la isla de Maui en Hawái, sembró la devastación por todas partes.
Completamente destruidas, quedaron viviendas y estructuras, públicas y privadas. Pero los cristianos locales persistieron en su creencia en Dios a pesar de esto.
El pastor Arza Brown, líder de una congregación que ha estado operando en la isla durante al menos 50 años, brinda un ejemplo. Las llamas consumieron toda su iglesia.
“He ministrado en muchos desastres, muchos incendios, muchas situaciones. Y traté de ayudar a la gente. Pero esta es la primera vez que soy uno de ellos”, dijo el líder, que también perdió su casa por el incendio.
Se cree que por razones geográficas y meteorológicas, el fuego se avivó en la isla de Maui. CNN citó a la teniente gobernadora de Hawái, Sylvia Luke, diciendo: “Será un largo camino hacia la recuperación”.
El hecho de que esto ya se considere el peor desastre natural de Hawái desde 1960, cuando un tsunami golpeó la isla más grande del archipiélago y mató a 61 personas, indica que la afirmación no es una coincidencia. Hasta el momento se han reportado 80 muertes.
Los cristianos de Maui están seguros de que nada escapó del control de Dios, independientemente de la gravedad del desastre natural. “Antes de venir a la iglesia, pensábamos, ‘¿Por qué pasó esto?’ Pero hoy, ya sabes, por sus palabras, el pastor, me trae más… paz”, comentó Glorymae Lorenzo, una local.
Uno de los pocos lugares que se salvó del fuego, fue un café donde Lorenzo asistió a un servicio improvisado.
El incidente provocó una comprensión de las intenciones de Dios para ella y los demás. Se dirigió al pastor que había sobrevivido: “Lo único que puedo hacer es mantener la fe de que te volvería a ver”. “El servicio me hizo sentir más en paz al saber que Dios todavía está en control y presente”.