A lo largo del pasado domingo, Hilary viajó al norte de México, tocando tierra en la península de Baja California, donde al menos una persona falleció.
Partes de California y Nevada corren el riesgo de sufrir inundaciones “catastróficas y potencialmente mortales” debido a los fuertes aguaceros de la tormenta.
Dado que los estados no están familiarizados con este tipo de fenómenos, este cambio en los modelos climáticos se considera una anomalía. La incertidumbre sobre lo que sucederá después es causada por la advertencia, que se extiende desde la frontera sur del estado hasta el norte de Los Ángeles.
Gavin Newsom, el gobernador de California, intervino y declaró una emergencia en gran parte de la región. Este movimiento se anticipa a una tormenta que se prevé, será histórica y podría provocar inundaciones y lluvias extremadamente intensas.
Las autoridades han iniciado una aplicación masiva de medidas. Más de 7.500 equipos están desplegados y preparados para ayudar a los lugareños y proteger a los californianos de cualquier efecto potencial de la tormenta tropical Hilary. La proclamación de emergencia tiene como objetivo coordinar y movilizar recursos antes de la tormenta.
En un ambiente conflictivo, algunas personas están genuinamente preocupadas, mientras que otras piensan que la tormenta no tendrá mucho impacto. El vecindario se encuentra en un estado de incertidumbre mientras esperan ver qué traerá esta tormenta histórica.
El llamado a discernir las señales del final de los tiempos resuena en los corazones de muchos. La ciudad debe tomar una decisión en este momento y la apatía no es una opción. Se enfatizan temas importantes, incluidos los fundamentos espirituales del evento y los efectos potenciales en el vecindario.
Mientras los locales se preparan para el futuro, la oportunidad de introspección y confesión es crucial.