A través de la proclamación del Evangelio, las personas pueden elegir seguir a Jesucristo y adorar al único Dios verdadero, pero atestiguar como cristiano puede ser una decisión muy difícil de tomar en naciones como Arabia Saudita, donde la persecución es una realidad conocida.
Venus afirmó que nunca estuvo expuesta a la Biblia cuando era niña, a pesar de que un pariente suyo la animó a unirse a una iglesia cristiana. Nació en Filipinas, se formó como enfermera y trabajó en un hospital militar.
Venus se mudó a Arabia Saudita años después y comenzó a vivir sola después de que su padre falleciera a la edad de 58 años. “Luché contra la soledad porque vivía en una nación musulmana”.
Pero fue en esta nación donde conoció por primera vez a un cristiano que le presentó a Jesús y no solo eso, sino que también la invitó a un estudio bíblico donde le regaló una Biblia.
Al leer Juan 14:6, donde Jesús afirma ser “el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre, sino por mí”, la mujer, que luchaba contra la soledad, fue conmovida.
“No podía controlarme. Comencé a llorar y me arrodillé en el suelo, pidiéndole a Jesús perdón por todos mis pecados. Todos estos años fueron en vano. Me di cuenta de que Jesús es el único camino a Dios”, exclamó.
Desde entonces, Venus también ha sido objeto de discriminación religiosa. Como cristiana, era consciente de que aquellos que consideran a Jesucristo como el único Dios verdadero no son tolerados en la nación islámica.
“Todo se hizo en secreto. Nos reunimos en una habitación pequeña y colocamos bandejas de huevos vacías en las paredes para que nadie pudiera oírnos. Y el Señor nos permitió adorar”.
Afortunadamente, las pruebas de Venus fortalecieron su fe y la acercaron aún más a Jesús. Se casó, tuvo hijos y todavía hoy le cuenta a la gente lo que Dios hizo en su vida.
“Creemos que el amor, la bondad, y la justicia de Dios, se hacen visibles, cuando hacemos lo que dice Jesús, y queremos comprometernos plenamente con eso”, finalizó.