Ahora_soy_hijo_de_Dios_dijo_un_ex_combatiente_que_conoció_a_Jesús
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El testimonio del ex luchador Sr. T describe su orgullo pasado, muestra la trayectoria de un hombre que «pensaba que era algo grande», pero cuando se humilló, descubrió que era «el Hijo de Dios».

Descubrir que “no es nada” en el mundo le hizo ver que “ser hijo” es la mejor posición que cualquiera puede tener.

En entrevista con «Alabanza en TBN», el luchador habló abiertamente sobre su fe y dijo que su mayor dificultad fue el perdón: “Aprendí a perdonar cuando leí que Jesús perdonaba y hasta decía que esas personas no sabían lo que estaban haciendo».

Una vez, un hombre le preguntó al Sr. T si podía orar por su hijo, a quien le habían diagnosticado cáncer. Oró, pero luego descubrió que el hombre que le pidió que orara estaba diciendo cosas malas a sus espaldas.

“Pensé que sorprendería a ese tipo. Todavía no conocía completamente a Jesús, así que estaba como Pedro, a punto de arrancarle la oreja a ese hombre”, recordó.

El hombre volvió con él para hablar sobre lo que estaba pasando su familia y Dios convenció al luchador de hacer algo que inicialmente no quería hacer.

“Al principio no lo acepté y pensé que debía pegarle a ese tipo, pero Dios me convenció de que debía escucharlo”, continuó.

Además, aprendió de su madre que «ir a la iglesia el domingo» no es suficiente. «Mi madre me enseñó que somos una iglesia y que debemos contarle a la gente acerca de Jesús dondequiera que vayamos. Cuando oro, oro: ‘Señor, cuando me ven, te ven, y cuando me oyen, te oyen'», añadió.

Sobre elogios y halagos. El Sr. T dijo que agradece a Dios por todo y cada vez que alguien intenta acariciar su ego, refuerza que está agradecido a Dios.

“Antes, cuando alguien me elogiaba, pensaba que era algo. Ahora sé que no soy nadie, pero soy hijo de Dios y reconozco Su soberanía”, resaltó.

En cuanto a Jesús, el luchador afirmó que no es necesario ningún discurso elaborado ni oración para llegar hasta él: “Solo di: ‘Sálvame, Jesús’. Solo pide ayuda y sé honesto. Algunas personas están tan acostumbradas a engañar a otros que creen que pueden engañar a Dios. Pero Dios conoce tu corazón, está esperando que vengas a Él. Simplemente, humíllate”, concluyó.

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