El pastor André Fernandes recordó que «los días nunca eran buenos» y mencionó la destrucción de las ciudades de Sodoma y Gomorra como resultado del pecado del pueblo durante su sermón en la Iglesia Lagoinha en Orlando, Estados Unidos.
«La Iglesia es la única organización con un mensaje que puede cambiar toda una generación, resucitar muertos y salvar matrimonios. Los días son malos desde que el pecado entró en la Creación», dijo.
Al centrarse en la idea de que «la santidad es para todos», el párroco esperaba advertir a los cristianos que si no hacen nada ahora, «estaremos aterrorizados de lo que veremos natural en unos días».
Recordó que durante mucho tiempo la Iglesia estuvo más preocupada por la doctrina que por los temas que se desarrollaban a su alrededor, como el avance de la agenda LGBT, y dijo: «El mundo solo tiene voz donde la Iglesia calla».
«Por extraño que parezca, el Evangelio no se puede actualizar. No se puede cambiar, intercambiar o modificar. Nosotros somos los que debemos volver a nuestro punto de partida», dijo.
Afirmó: «Fuimos llamados a amar, y es por amor que no perdonamos lo que puede enviarte a ti y a tu familia al infierno».
«Sí, pensamos que solo los géneros masculino y femenino fueron creados por Dios. No aceptamos el aborto como política de Estado, la ideología de género como enseñanza en las escuelas, ni la sexualización de nuestros hijos», dijo.
Enfatizó: «Nosotros no aceptamos la relativización de la fe, no nos vamos a quedar callados, no nos vamos a detener, y las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia».
En palabras de Martin Luther King, «Lo que preocupa no son los gritos de los malos, sino el silencio de los buenos», y continuo diciendo «La ideología de género quiere cuestionar lo obvio, y hay padres que ponen a sus hijos nombres neutros para que cuando crecer, pueden elegir su sexo, pero Dios ya ha elegido el sexo de su hijo. Nuestro himno actual de la iglesia es ¡Dejad a nuestros hijos en paz!».
«Predica la palabra; persiste en hacerlo, sea o no sea oportuno; corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar. Porque llegará el tiempo en que no van a tolerar la sana doctrina, sino que, llevados de sus propios deseos, se rodearán de maestros que les digan las fantasías que quieren oír», concluyó con 2 Timoteo4:2,3.