Cuando era adolescente, Heather Schott creció en una familia un poco turbulenta y debido a esto comenzó a ser rebelde con la excusa de que “quería disfrutar la vida”, al punto de que sus padres no podían controlarla.
En el momento en que su madre y su padrastro decidieron divorciarse, ella prefirió mudarse con su padre, decisión que la llevaría a una gran prueba, ya que él era narcotraficante.
Cuando cumplió sus 14 años, la joven se sumergió en el mundo de las drogas y el alcohol, bajo la influencia de su padre y el entorno en el que vivía. “Empecé a fumar marihuana y, a partir de ahí, empecé a consumir drogas duras. Era cocaína, éxtasis y oxycontin”, dijo Heather en una entrevista con God TV.
Debido a sus problemas emocionales, Heather se volvió adicta a las drogas, ella las veía como un refugio, al igual que las fiestas y el alcohol. “Realmente había una ira profunda dentro de mí que sentía como si fuera a ir más allá de los límites”, aseguró, y agregó que no conocía a Dios y su poder salvador.
En una fiesta, la adolescente terminó consumiendo una gran cantidad de alcohol y drogas mientras estaba con sus amigas. Al salir de allí, se dirigieron a un departamento. Ya en ese momento Heather no podía mantenerse de pie y empezó a alucinar. Fue entonces cuando se desmayó y empezó a botar espuma por la boca.
“Estoy teniendo una sobredosis y él [el hombre que le dio las drogas] pensó: esta niña se va a morir porque le di las drogas”, dijo Heather.
Al ver la situación, sus amigas y el hombre salieron huyendo del departamento pensando que la chica había muerto. Heather por su parte, permaneció inconsciente en el lugar durante tres días. “Creo con todo mi corazón que estuve muerta esos días”, aseguró.
No fue hasta que la escuela donde asistía la joven llamó a su madre, para decirle que no había ido a clase durante tres días, que Heather fue rescatada y llevada de emergencia al hospital.
“Me miraron y dijeron: Tienes tantas drogas en tu sistema que podrías matar a tres hombres adultos. Eres un milagro andante”, testificó.
Heather cuenta que fue liberada de la muerte por Dios, y al darse cuenta de eso, se arrepintió y fue tocada por el Espíritu Santo.
Asimismo, la joven comenzó a buscar a Cristo y a asistir a la iglesia, aceptó a Jesús como su Salvador, fue liberada de adicciones y su vida fue transformada.
Actualmente, Heather es pastora de Mercy Culture Church, junto a su esposo Landon Schott, y hasta el día de hoy se han dedicado a ayudar a otras personas que sufren por adicción a las drogas y otros vicios.