Ante las próximas elecciones presidenciales en Venezuela, el líder izquierdista Nicolás Maduro ha implementado una estrategia hipócrita para ganar el apoyo de los evangélicos. El dictador venezolano respalda reformas en iglesias, como la comunidad liderada por el pastor Wenceslao Méndez, para ganar apoyo cristiano.
“Mi Iglesia Bien Equipada” patrocinado por Maduro, impulsa reformas en miles de iglesias evangélicas, proporcionando donaciones a pastores, y comprometiéndose a construir una universidad evangélica. Esta iniciativa forma parte de una campaña para asegurar el apoyo necesario para su reelección.
El régimen ha permitido la operación de partidos políticos evangélicos, mientras reprime a la oposición. El hijo de Maduro lidera los asuntos religiosos del Partido Socialista y se reúne con pastores evangélicos regularmente.
Maduro, a pesar de las tensiones con las comunidades religiosas, busca el apoyo del 13% de la población evangélica. Esto contrasta con su predecesor, Hugo Chávez, quien tuvo conflictos con líderes católicos.
Analistas sugieren que Maduro, enfrentando una competencia de la líder opositora María Corina Machado, busca credibilidad religiosa. La estrategia busca ganar la confianza de los creyentes y podría cambiar la percepción de Maduro en la crisis actual.
Maduro promete “elecciones justas” y su estrategia podría levantar sanciones estadounidenses.
