personas crucificadas
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En una sangrienta costumbre de Viernes Santo que todavía se practica en Filipinas a pesar de ser condenada por la Iglesia Católica, ocho personas fueron clavadas en cruces para simbolizar el sufrimiento de Jesucristo.

Después de una pausa de tres años provocada por la pandemia de coronavirus, estas crucifixiones reales, que tienen lugar en el pequeño pueblo de San Pedro Cutud en la provincia de Pampanga, al norte de Manila, se reanudaron este año.

Enaje, padre de cuatro hijos, admitió que, dada su avanzada edad, ya quería terminar la penitencia pero que definitivamente tomaría una decisión antes de la Pascua del año siguiente. Se ha crucificado a sí mismo una vez más este año y, a pesar de su ansiedad habitual, afirmó que el dolor de las uñas no era tan fuerte como había previsto.

«Mi cuerpo comienza a sentirse frío mientras estoy acostado en la cruz. Cuando mis manos están sujetas, me digo a mí mismo: Puedes hacer esto. Él proclamó: Puedo manejar esto».

El aterrador espectáculo es un reflejo de la peculiar marca de catolicismo de Filipinas, que combina rituales sagrados con supersticiones comunes.

Es importante señalar que los líderes de la iglesia en Filipinas han condenado las ejecuciones públicas y la autoflagelación, argumentando que los filipinos pueden expresar sus fuertes convicciones religiosas sin correr el riesgo de sufrir daños físicos al donar sangre, entre otras obras de caridad.

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