Un niño ha contado su testimonio de como Dios lo salvó de morir ahogado en una piscina.
Brandon y Courtney McKee, relataron como un día decidieron llevar a sus hijos, Max y Brody, a la casa de sus abuelos debido a que no tenían mucho tiempo libre y querían sacarlos de su rutina.
Brandon contó cómo su esposa sentía la necesidad de orar por la seguridad de sus hijos un día antes de que sucediera el accidente.
«Ella dijo, ‘¡Alto!’ Y en ese momento Courtney comenzó a orar por nuestros bebés, reclamando la sangre de Jesús sobre sus vidas, sin saber qué pasaría al día siguiente», recordó Brandon.
«La presencia del Espíritu Santo me llevó a orar por protección en ese momento. Fue indescriptible», dijo ella.
Al día siguiente Courtney fue sorprendida por una llamada de su cuñada.
«Ella estaba llorando. Podía escuchar sirenas de fondo y mucho alboroto. Me dijo que encontraron a Max en el fondo de la piscina», contó.
El hermano mayor de Max, Brody dijo que en ese momento solo le pedía a Dios por un milagro.
«Lo único que podía hacer era orar. Así que me arrodillé y dije: ‘Dios, ¿puedes ayudar a mi hermanito? ¿Puedes salvarlo?’».
El niño de tan solo 2 años, no reaccionaba y por lo tanto se lo llevaron a emergencias. Los doctores no daban esperanzas de vida, pues había estado mucho tiempo debajo del agua y su cerebro estaba sufriendo mucho por la falta de oxígeno.
La madre en su desespero solo clamó a Dios.
«Solo recuerdo haber gritado, ‘Dios, haré cualquier cosa. No sé lo que quieres de mí, Señor, pero te suplico, salva a mi bebé. No me lo quites. Haz lo que quieras, pero no te lleves a mi hijo’»
«Max tenía tubos, alambres, cables y monitores conectados a él. Me lo pusieron en el pecho y comencé a llorar», recordó la madre.
«Dije, ‘Hijo, va a estar bien. Mami está aquí, vas a estar bien’. Tenerlo en mis brazos de nuevo fue como la primera vez que lo tuve», añadió.
Durante este proceso, no faltaron las oraciones de los amigos de la familia.
«Vinieron nuestro pastor y amigos que son intercesores de oración, nos tomamos de la mano y rodeamos la cama donde estaba Max. Oramos y reclamamos el poder de Dios ese día», expresó ella y aseguro que estas peticiones fueron clave para que su hijo se salvara.
«Max mostró signos de vida y supe de inmediato que no había déficits neurológicos, que iba a estar bien», dijo Courtney.
«En ese momento nuestras oraciones fueron respondidas y Dios realmente intervino a favor de nuestra familia», dijo el esposo.
Al tiempo, la familia se encontraba compartiendo y el niño se acercó a decirles a sus padres que: «Cuando estaba en esa piscina, no tenía miedo. Cuando estaba en el fondo de la piscina, Jesús me agarró».
«Tenía rasguños en las manos y los pies», testificó Max.
«Somos Jesús y yo, y Él me sostiene como lo hizo en esa piscina», dijo mostrando su dibujo.
«¡Soy Max y soy un milagro!», concluyó el pequeño.