Varias tradiciones populares dan forma a la cultura de un país, pero no todas son celebradas por los cristianos. Un ejemplo de esto es el “Día de Muertos” celebrado en México, similar al “Día de Todos los Difuntos” en Brasil.
Un grupo de pastores ha decidido tomar medidas contra el compromiso de los estudiantes cristianos de celebrar el “Día de Muertos”. Porque esta tradición no tiene base en la Biblia.
El 2 de noviembre los mexicanos suelen visitar los cementerios para orar por los muertos y dejar velas y otros objetos en las tumbas en señal de respeto. Creen que de esta forma las almas de los muertos pueden visitar a los vivos.
El pasado lunes (23), junto a líderes evangélicos, Guillermo Trujillo Álvarez, Presidente de la Red Evangélica del Estado de Veracruz, se reunió con Víctor Vargas Barriento, Gerente de la Secretaría de Educación (SEV) de Veracruz. El objetivo era animar a las escuelas locales a que dejaran de obligar a los estudiantes cristianos a participar en las celebraciones del “Día de Muertos”. Según Evangelical Digital, hubo informes de que los profesores amenazaron con castigar a los estudiantes cristianos que se negaran a participar.
“El Día de Muertos es una tradición mexicana que no practicamos, pero tampoco nos gusta que obliguen a nuestros hijos a participar y celebrar. Vinimos a fijar nuestra postura”, explica Álvarez.
Con base en pasajes bíblicos como Hebreos 9:27, donde se dice que después de la muerte viene el juicio, sin comunicación ni oración posible a favor de los muertos, el líder religioso dijo que los evangélicos respetan las tradiciones seculares, pero que por obediencia a la Biblia, no se les debe obligar a aceptar algo que vaya en contra de sus principios de fe.
“No debemos celebrar a los muertos ni comunicarnos con ellos. Esto no es correcto delante de Dios, por eso a nuestros hijos se les educa para tener fe en Jesucristo, que es vida”, dijo el pastor.
Que el mundo no nos arrastre a sus costumbres, que no nos arrodillemos ante sus dioses y nos mantengamos fieles mirando a quién nos salvó y nos amó. Somos hijos de la luz, no de las tinieblas.