Un veterano cristiano destruyó el altar satánico puesto en el Capitolio de Iowa

Michael Cassidy, un ex oficial militar y devoto cristiano, en un acto movido por su fervor religioso, recientemente destruyó y decapitó un controversial altar satánico ubicado en el Capitolio de Iowa.

Esta exhibición ya había generado un debate en curso acerca del papel de las manifestaciones religiosas en espacios públicos y los límites de la libertad de expresión.

El Templo Satánico de Iowa había obtenido recientemente el permiso para instalar esta exhibición en el primer piso del Capitolio de Iowa, cerca de las representaciones de la Natividad.

La exhibición incluía una estatua que representaba al ídolo Baphomet sosteniendo un pentáculo rodeado de velas.

Cassidy empujó y decapitó la estatua antes de desechar la cabeza en un bote de basura.

El hombre se entregó a los agentes de policía presentes en el Capitolio de Iowa, y el Templo Satánico de Iowa ha expresado su intención de presentar cargos. De acuerdo a informes locales, The Republic Sentinel obtuvo una denuncia y una declaración jurada que acusa a Cassidy de conducta criminal en cuarto grado.

En una entrevista exclusiva con The Sentinel, Cassidy explicó que destrozó el santuario con el objetivo de hacer que los cristianos se dieran cuenta de las acciones que van en contra de los principios cristianos, son promovidas por el gobierno.

También mencionó que se sintió motivado por el versículo 1 Juan 3:8, que habla sobre cómo el Hijo de Dios vino a deshacer las obras del diablo.

«El mundo puede decirles a los cristianos que acepten sumisamente la legitimación de Satanás, pero ninguno de los fundadores habría considerado que la sanción gubernamental de altares satánicos dentro de los edificios del Capitolio estuviera protegida por la Primera Enmienda», dijo Cassidy a The Sentinel.

«Los valores anticristianos se han ido incorporando cada vez más en las últimas décadas, y los cristianos han actuado en gran medida como la proverbial rana en la olla de agua hirviendo», añadió.

«Vi esta estatua blasfema y me indigné. Mi conciencia está cautiva de la Palabra de Dios, no de un decreto burocrático. Y así actué», afirmó.

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