Una mujer atea tiene visión del cielo tras caer de un caballo y acepta a Jesús

Cuando era niña, Heidi Barr se crió como judía en una comunidad ortodoxa de Iowa, sus padres le enseñaron que Dios no existía.

“Crecí en una familia atea, pero pertenecíamos a una sinagoga ortodoxa y mi padre no sólo era ateo, sino que sólo nos permitía hablar de Dios en casa si negábamos su existencia”, dijo Heidi durante una entrevista con Jewish for Jesús.

“Odiaba a Dios. Siempre decía: No hay Dios. No hay cielo, no hay infierno, somos obra de la ciencia”, añadió.

A pesar de lo que escuchó de su padre, Heidi creía en el “Dios de Abraham” y oraba a diario. Sin embargo, después de haber sido abusada sexualmente por el rabino de la sinagoga a la edad de 12 años, rechazó cualquier relación con el Señor y consumió drogas hasta los 15 años.

En ese momento, sólo encontraba consuelo montando su caballo, Heather, pero un accidente cambió su vida: “Heather cayó sobre mi cuerpo, me fracturó la pelvis y me rompió la espalda”. “En el momento en que cayó sobre mi pecho, dejé mi cuerpo”, dijo.

Heidi dijo que se encontraba a 12 metros de altura, observando lo que sucedía: “Me giré para mirar por encima de mi hombro derecho y había un hombre conmigo y lo reconocí. Se acercó y tenía una gran sonrisa en su rostro, y le dije: ‘Hola, te conozco’, y era Jesús”.

A pesar de nunca haber oído hablar de Él, agregó: “Cada célula de mi alma sabía todo acerca de quién era Él. No debería haber visto a Jesús. ¿Por qué debería ver a Jesús? Soy judía. Sin embargo, Jesús estaba allí”. “Lo conocí y lo amé con todo lo que hay en mí”, añadió.

Respecto a la personalidad de Jesús, Heidi dijo: “Él es divertido. Él es alegría. Él es amor. Él es todo lo bueno del universo en una sola persona. Todo lo bueno está en Él”.

Sin embargo, lo que más le llamó la atención de esta experiencia fue comprender que Cristo siempre estaba cerca. “Lo vi formándome desde el momento en que estaba en el vientre de mi madre, lo vi sentado a mi lado y hablándome cuando era un bebé. Lo vi en cada etapa de mi vida. Él siempre estuvo ahí”.

Luego relató que también conoció a Dios Padre en el Cielo: “Era una luz blanca perfecta, sin manchas. Ocupaba todo mi campo de visión. Era infinita y estaba viva. Y la luz era amor y ese era Dios. Jesús me dijo que me llevó a esa luz”.

“Vi flores. Vi árboles y pude ver cada rama y cada hoja. Y me di cuenta de que todo se movía, pero no era el viento. La hierba cantaba alabanzas a Dios. Las flores y los árboles se movían en el sonido de las canciones de la hierba. Era Dios moviéndose a través de todas estas cosas. Se movían en la luz de Dios Incluso en el día más hermoso aquí en la Tierra, lo que vemos es sólo un reflejo de lo que existe en el cielo”.

Después de regresar a la vida, Heidi escribió el libro “Lo que vi en el cielo: la increíble historia real del día que morí, conocí a Jesús y volví a la vida como una nueva persona”, donde relata en detalle su experiencia.

Deja un comentario