Jessica Hanna, una madre cristiana de cuatro hijos, falleció el pasado sábado en Estados Unidos después de una valiente batalla de tres años contra un tumor terminal de mama.
Su esposo, Lamar Hanna, informó que Jessica murió en paz, rodeada de su familia. A pesar de que los médicos le habían recomendado interrumpir su embarazo para recibir tratamiento y aumentar sus posibilidades de supervivencia, Jessica se negó, afirmando que su fe en Dios era más importante que cualquier tratamiento médico.
En 2021, Jessica dio a luz a un niño sano después de que el cáncer remitiera de forma inesperada. Sin embargo, en 2022, se confirmó que la enfermedad había vuelto y había llegado a la etapa 4.
Jessica compartió su batalla contra el cáncer en las redes sociales durante sus últimos años, convirtiéndose en un símbolo de esperanza y creencia en la voluntad de Dios.
En un podcast católico, declaró: “Sin este sufrimiento nunca habría abandonado el mundo y finalmente habría puesto todo mi enfoque en mi vida eterna. No importa cómo continúe mi historia, una cosa sé con certeza… ¡El plan de Dios es mi único plan, no tengo un plan B!”.
La familia de Jessica ha pedido oraciones y ha agradecido el apoyo de la comunidad en este difícil momento. A través de su fe y su determinación, Jessica ha dejado un legado de fuerza y esperanza que inspirará a muchos en los años venideros.