Vanna Kong es un hombre que dice haber nacido en un campo de refugiados en Tailandia, en Chonburi.
Kong dio su testimonio en una entrevista con God TV, en la cual admitió que seguía el budismo, pero al mismo tiempo aseguró que solo era una religión para él.
El hombre creció cerca de una iglesia cristiana donde en una oportunidad escucho el versículo bíblico de Juan 3:16, «Porque de tal manera amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna».
Debido a que no sabía nada sobre la palabra de Dios, dijo que no tenía el conocimiento de lo que era el pecado y cómo le estaba afectando en su día a día.
Estuvo involucrado en varios crímenes y en repetidas ocasiones abusaba del alcohol. Lo que lo llevó a asumir las consecuencias de sus actos y terminó en manos de las autoridades.
«No me di cuenta de lo que estaba haciendo mal hasta que fui castigado por mis pecados. Terminé en prisión por un tiempo. Me lo merecía y aprendí una lección», dijo, haciendo referencia a que en ese momento no conocía la diferencia entre el bien y el mal.
Fue en prisión cuando Kong se dio cuenta de que inclinarse ante Buda no servía de nada, más bien recordaba Juan 3:16.
«Sabía que era culpable, pero pensar en Cristo me hizo comprender lo que es ser salvo: es un regalo gratuito de Dios. Si me arrepiento y confieso mis pecados, Él es misericordioso y justo para perdonarme».
En ese momento el prisionero aceptó a Cristo en su corazón.
«Me incliné ante Dios y clamé a Él, y allí lo acepté en mi corazón» dijo. “Creo que Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. La única manera de llegar al Padre es a través del Señor Jesús», agregó.
Asimismo, Kong manifestó su agradecimiento a Dios y dijo que ahora se siente libre y perdonado.
«No merezco ir al cielo, pero Él es lo suficientemente misericordioso y lleno de gracia para perdonarme y realmente lo aprecio. Ahora sirvo al Señor, porque Él es mi roca y mi salvación. Él es mi redentor. Estaba perdido, pero él me encontró» concluyó.
