Después de la guerra de Ucrania, se ha experimentado un gran crecimiento de las iglesias pentecostales en dicho país.
Jane M. Dollar, misionera de 58 años, vio con sus propios ojos cómo las personas se unían durante un servicio que hizo el año pasado en un centro de refugiados ucranianos en Polonia.
«Las iglesias están llenas porque la gente está buscando a Dios», dijo Jane.
Según el obispo de la Iglesia Pentecostal Ucraniana, Mykhailo Panochko, actualmente hay mucha hambre espiritual en su país y en el mundo. Aseguró que era tanta la cantidad de personas que se querían convertir, que hasta faltaron ministros para asistirlos.
«El pueblo escuchó el mensaje de la Buena Nueva. Muchos se arrepintieron, fueron discipulados y bautizados», testificó Panochko. «La mies es tan abundante que nos faltan obreros que puedan alimentar y hacer crecer al pueblo, madurándolo en Cristo».
«Todos tienen muchas preguntas sobre la situación actual, pero también sobre el destino futuro de sus almas. La gente está buscando respuestas», dijo.
Según el obispo, 1.700 congregaciones de la Iglesia Pentecostal Ucraniana se unieron con el fin de llevar ayudas a las personas durante la invasión rusa.
«La invasión a gran escala nos mostró el increíble potencial de la iglesia en el ministerio de nuestra nación», dijo Panochko.
Con la ayuda de la Asamblea de Dios Misiones Mundiales, las iglesias pentecostales se ocuparon de movilizar a niños, mujeres y ancianos a lugares seguros, y al mismo tiempo facilitaron la gasolina a aquellos que pretendían huir del país.
«Las iglesias comenzaron de inmediato grandes proyectos sociales para ayudar a las personas necesitadas. Las iglesias pentecostales rescataron y evacuaron a 100.000 personas de las zonas de combate».
También repartieron comida y Biblias a los residentes de Lyman.
«La Iglesia ha entendido que este es el mejor momento para mostrar la compasión de Jesús a los necesitados. Además de todo el apoyo humanitario, hemos entregado a las personas más de 1 millón de copias del Nuevo Testamento» concluyó el obispo.