Elon Musk, fundador de Neuralink, ha anunciado que la empresa ha logrado que su primer paciente humano implantado con un chip cerebral pueda controlar un ratón de computadora con el pensamiento.
“El progreso es bueno y el paciente parece haberse recuperado completamente sin efectos nocivos que sepamos. El paciente es capaz de mover un ‘mouse’ en una pantalla con solo pensar”, expresó la cuenta de la empresa.
La empresa busca acelerar el proceso de implantación de sus chips para tratar diversas condiciones médicas, como la obesidad, el autismo, la depresión e incluso la esquizofrenia.
La recuperación del paciente ha sido exitosa y el avance del uso del chip, además de su implementación en humanos, es progresivo. La meta inicial es permitir que las personas manejen un cursor o un teclado de computadora con el poder del pensamiento.
Sin embargo, la empresa busca agilizar las inserciones quirúrgicas de sus dispositivos de chip para tratar afecciones médicas. La exploración de las interfaces cerebro-máquina (ICM) se enfoca en individuos con parálisis y los dispositivos están siendo principalmente evaluados en entornos de atención médica.
La participación de magnates en estas innovaciones científicas plantea un dilema ético para la comunidad académica. Según la UNAM, Elon Musk parece priorizar el aspecto comercial de la implantación de chips por encima del interés legítimo en el progreso tecnológico.
Por lo tanto, es importante plantearse las cuestiones éticas, jurídicas y filosóficas que conllevan los implantes cerebrales y considerar que es imprescindible regularlos.