El líder de la secta en Kenia que mató de hambre a más de 400 personas para que «conocieran a Jesús», fue acusado de terrorismo

En un sorprendente giro de los acontecimientos, el autodenominado pastor Paul Nthenge Mackenzie, líder de la Iglesia Internacional Buenas Nuevas, ha sido revelado como el cabecilla de una secta, lo que ha llevado a sus seguidores a un desenlace trágico.

La revelación surgió después de que se encontraran sepulturas colectivas en el bosque de Shakahola, en el sureste de Kenia, que albergaban 429 cuerpos, con signos de inanición y marcas alarmantes de estrangulamiento y asfixia, especialmente en niños.

Mackenzie, quien supuestamente instigó a sus seguidores a ayunar hasta la muerte en preparación para “encontrarse con Jesús”, ahora enfrenta acusaciones graves, que abarcan asesinato, homicidio involuntario, radicalización, crueldad y tortura infantil, entre otros.

Además, más de 90 personas vinculadas a la secta también serán enjuiciadas por su implicación en estos crímenes atroces.

Los impactantes pormenores salieron a la luz cuando los investigadores, siguiendo una pista proporcionada por un grupo local de defensa de los derechos humanos, rescataron a 15 miembros demacrados de la Iglesia Internacional Buenas Nuevas.

Trágicamente, 4 de ellos fallecieron posteriormente a causa de la terrible vivencia. Los supervivientes narraron haber sido retenidos sin alimento ni agua durante cinco días, envueltos en mantas y sepultados vivos.

“Los encerraron en chozas durante cinco días sin comida ni agua. Luego los envolvieron en mantas y los enterraron, incluso a los que aún respiraban”, confesó el ex pastor adjunto, Titus Katana.

A pesar de las acusaciones graves, Mackenzie rechaza los señalamientos, alegando desconocimiento de los fallecimientos y sosteniendo que clausuró su congregación hace cinco años.

No obstante, las pesquisas desvelan una versión distinta, que relaciona a Mackenzie con la operación clandestina de un estudio cinematográfico para su iglesia, por la cual fue sentenciado en noviembre.

Kenia, que cuenta con un historial de líderes religiosos autoproclamados y movimientos con características sectarias, ahora afronta las repercusiones de este trágico suceso.

El país alberga más de 4.000 templos inscritos y el caso ha generado la creación de una comisión de investigación y un equipo de trabajo para revisar las normativas que supervisan las entidades religiosas.

Ante este tipo de situaciones se insta a los cristianos a discernir las falsas enseñanzas, comparándolas con la verdad de la Biblia y a enfatizar la importancia de dedicar tiempo a leer y meditar en la Palabra de Dios para crecer en sabiduría y discernimiento, resistiendo así al enemigo y sus planes.

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