Hoy, en la Abadía de Westminster, el Rey Carlos III fue coronado, convirtiéndose en el monarca reinante número 40 en hacerlo. El servicio incluyó himnos, lecturas de la Biblia y una liturgia centrada en el llamado de Cristo a servir.
En su histórica coronación, que fue presenciada por millones de personas en todo el mundo y más de 2000 invitados dentro de la abadía, el Reverendo Justin Welby, Arzobispo de Canterbury, colocó la corona de San Eduardo en su cabeza.
Junto con la Reina Camila recibió el sacramento de la realeza y fueron ungidos con aceite bendecido en la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén.
Miles desafiaron el clima sombrío y lluvioso de Londres para verlos.
El Rey Carlos se comprometió durante el servicio a “defender las Leyes de Dios y la verdadera profesión del Evangelio” en su gobierno sobre el Reino Unido e Irlanda del Norte, así como sus reinos y territorios.
El sermón del Arzobispo de Canterbury, quien habló de Lucas 4:16-21 y Colosenses 1:9-17, reflejó el tema de la coronación, “Llamados a Servir”.
El servicio fue descrito por el arzobispo como “amor en acción” y habló de la humildad de Cristo al decir que, incluso como Rey de reyes, “dejó todos los privilegios” por la cruz y la corona de espinas.
El Rey de Reyes, Jesucristo, fue coronado para servir y no para ser servido. Establece el principio inmutable de la buena autoridad de que el derecho al poder va acompañado de la responsabilidad de servir.
“El amor en acción es servicio. La forma en que cuidamos a los más desfavorecidos, cómo criamos y apoyamos a los jóvenes y cómo protegemos el medio ambiente son ejemplos de amor activo. Estas prioridades fueron evidentes en la vida de servicio de nuestro Rey”.
Después del servicio, los monarcas partieron de la Abadía y recorrieron las calles de Londres en el Gold State Coach en medio de los seguidores.
El Arzobispo Welby dijo: “Este servicio profundiza en la herencia cristiana de nuestro país”.
“El servicio nos unirá fuertemente a la historia de nuestro país, desde la antigua y reverenciada práctica de ungir a los reyes hasta el uso de los Evangelios de San Agustín desde el siglo VI”.
“Espero y rezo para que la Coronación sea una celebración conmovedora de quiénes somos ahora, en toda nuestra maravillosa diversidad”.
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