Depende de nosotros dar testimonio de la fuerza del Señor y de lo que Él es capaz de realizar en nuestras vidas cuando nos saca de las profundidades de las tinieblas a su luz gloriosa.
José Luis Castro pasó de ser pandillero y adorador de la muerte a predicador del evangelio. Creció en el mundo de las drogas y las pandillas, y eventualmente se convirtió en un adorador de la muerte.
Sin embargo, ya nada de esto está presente en la vida de Castro, pues se ha vuelto un devoto seguidor de Cristo, y desde entonces su fe lo hizo abandonar las prácticas idolátricas y fijar su mirada únicamente en el Salvador.
En el pasado, la devoción de Castro por esta deidad diabólica lo llevó a tatuar su cuerpo con ella, tener un altar y ejecutar ciertos ritos.
A los 7 años su familia lo llevaba a médicos debido a que era mudo, solo se podía comunicar con sus manos, pero con terapia poco a poco empezó a hablar.
Comenzó a consumir marihuana a los 10 años de edad y a los 14 ya era una persona totalmente dependiente de la droga, además de unirse a pandillas.
Fue a los 18 cuando ya estaba en situación de calle, «vendía los zapatos, vendía la ropa por qué yo quería más y más droga».
«A los 20 ya era una persona drogadicta de primera». «Cuando mi esposa se iba a la casa de su mamá, más fumaba, más alcohólico me volvía», confesó.
«Me volví ladrón por la necesidad iba a la gente cuando estaban dormidos en la calle como si les fuera a hablar y si estaban dormidos los robaba».
Castro fue a la cárcel por robo, secuestro y rapto. Fue durante uno de sus intentos por drogarse que el hombre tuvo un encuentro con el Señor.
«Dios me tocó después de haberme inyectado mal un poco de marihuana», testificó.
Desde ese entonces, se arrepintió y ahora es fiel seguidor de Jesús. Asimismo, Castro alentó a las personas a seguir en los caminos de Cristo.
«No se rindan, Dios tiene un plan preparado para cada uno de nosotros y cuando menos te lo esperas te rescata de donde estés, no sabemos cuáles son sus planes para con nosotros, pero yo pase de ser adorador de la muerte a predicador del evangelio algo que nunca me imagine», concluyó.