Segun CBN News, Sarah se encontró por primera vez con el mundo espiritual cuando era una niña pequeña. En Chicago, su padre, un pastor cristiano llamado Andy González, supervisó un ministerio de prisiones.
«‘Sarita, si alguna vez ves un demonio, si alguna vez tienes miedo o estás en peligro, di el nombre de Jesús’, solía aconsejarme mi padre. Entonces, a la edad de 6 años, yo era completamente la niña de papa y era muy cercana a él», dice Sarah, también comentó que ella y su padre tenían un estrecho vínculo mientras crecían, pero pronto se desvanecería.
«Estábamos de vacaciones con la familia en las Bermudas. Vi a mi padre vomitar sangre en el lavabo del baño cuando salíamos del hotel. Y dentro de las 48 horas posteriores a nuestra llegada, murió de hemorragia interna».
«Recuerdo que empecé primer grado tres semanas después de su muerte. Y las notas de mis profesores decían: Se queda mirando por la ventana. Tenía todos suspensos y recuerdo que, en ese momento, la rabia empezó a inundar mi corazón. En el primer mes de vuelta al colegio, fui al baño de los niños y maldije a Dios con todas las palabras malsonantes que conocía, casi como diciendo: Me has hecho lo peor que podías hacerme. ¿Y ahora qué?».
La chica comenzó a abusar del alcohol y las drogas a la edad de 14 años. Sin embargo, seguía sintiéndose enojada. Sarah se convirtió en activista cuando tenía 21 años.
Sarah abrazó por completo la brujería y comenzó a rezar a los dioses aztecas cuando tenía 26 años.
«Empecé a hacer altares a los muertos porque estaba muy intrigada por las diversas representaciones de diosas de la cultura azteca u otras deidades del este de África. Cuando realmente me metí en esto, simplemente mezclé una variedad de espiritualidades y su brujería».
La chica relató la experiencia que marco su vida. «Fume un poco de hierba e inmediatamente sentí un espíritu demoníaco. Y lo que terminó sucediendo fue que este demonio luchó conmigo para poseerme».
«Sentí un espíritu demoníaco de inmediato por todo mi cuerpo, podía sentir el mal. Y físicamente, mi corazón latía tan rápido que pensé que iba a estallar». Sarah recordó el consejo de su padre hace muchos años… que llamara a Jesús.
«La lucha se hizo tan intensa que tuve la profunda sensación de que moriría si no llamaba a Jesús. Empecé a cantar «Cúbreme, Jesús» repetidas veces hasta que finalmente había comenzado a disfrutar del canto. El demonio fue expulsado tan pronto como pronuncié el nombre de Jesús».