Una madre norcoreana, Young-Ae, testificó milagros después de cruzar el río del Norte hacia Corea del Sur.
Young-Ae decidió emprender el peligroso viaje después de que su hijo le pidiera que saliera de la región junto a él. Durante la travesía, la mujer clamó a un Dios desconocido que más tarde se convirtió en su Salvador.
En una noche de luna llena, mientras cruzaban el río, Young-Ae oró por su salvación, y hubo un repentino cambio en las condiciones que les permitió atravesar con seguridad. Después de cruzar el río, ella y su hijo se escondieron en una montaña, donde se perdieron en el camino y pasaron tres días sin comida ni agua.
En su desesperación, oró nuevamente y un pastor los rescató, luego de eso los llevó a un refugio donde encontraron una Biblia. Después de estudiarla, aceptó a Cristo en su corazón.
Un año después, sigue creyendo en Jesús y orando por la seguridad de sus familiares en Corea del Norte, con la esperanza de predicar el Evangelio cuando se unifiquen.
Su testimonio es un ejemplo de fe y perseverancia en medio de la adversidad. Esta historia es un recordatorio de la importancia de la fe y la oración en tiempos difíciles, así como un testimonio de la resiliencia humana y la búsqueda de la redención.